El grupo de dinosaurios más abundante y probablemente el más variado del Cretácico (la última parte de la era de los dinosaurios, el “Mesozoico”) es el de los “hadrosaurios” (literalmente, los “lagartos pato”); las primeras especies identificadas de este gran grupo tienen un pico muy parecido al de esa ave.
Muchas especies de hadrosaurios vivieron en grandes manadas que seguramente eran asechadas frecuentemente por cazadores gigantes (se han encontrado marcas de dientes de tiranosaurio en algunos ejemplares) y seguramente las grandes llanuras llenas de estos animales enormes (de unos 5 o 6 metros de largo, como promedio) debieron ser uno de los más espectaculares en la historia de la vida.
Estos animales tuvieron un papel crucial en la estructura del ecosistema terrestre por docenas de millones de años y por lo tanto su estudio es especialmente valioso para revelar las condiciones existentes en esta época, probablemente la más productiva en la historia de la vida (cuando menos en términos de “biomasa”… en pocas palabras, la cantidad de toneladas de seres vivos por unidad de área en un ecosistema).
En la década de 1980 fueron descubiertos unos cuantos huesos fosilizados en mal estado en un parque nacional en Texas. Una década más tarde fueron identificados como pertenecientes a un miembro del grupo de los hadrosaurios, pero no fueron investigados con detalle sino hasta hace apenas pocos años.
Recientemente, un grupo de expertos en dinosaurios reveló que este organismo, llamado Aquilarhinus (literalmente “naríz de águila”) fue uno de los miembros más antiguos del grupo. Este animal vivió hace 80 millones de años y las características de su cráneo (especialmente sus mandíbulas) sugieren que es ancestral al subgrupo de los “saurolófidos” (al que pertenecen la mayoría de los hadrosaurios más llamativos).
Poco tiempo después del Aquilarhinus (relativamente hablando) aparecieron docenas de especies diferentes, algunas con “picos de pato”, otras con extraños ornamentos en sus cabezas. Todos estos animales formaron grupos sociales elaborados, vivían en grandes manadas, anidaban en grupos enormes y probablemente tenían un complejo sistema de comunicación apoyado en los curiosos sonidos que podían crear con el intrincado aparato nasal que le daba forma a sus cráneos.
El estudio de este fósil podría ayudar a entender el origen de uno de los primeros organismos vertebrados sociales. Del entendimiento de su comportamiento podríamos aprender algo sobre el origen del comportamiento social a gran escala (por ejemplo el nuestro) y del estudio de su estilo de vida se podría entender como es que el ecosistema del mundo pudo soportar a millones de estos animales gigantes con facilidad por millones de años. Ese conocimiento podría servir para entender y cuidar mejor al ecosistema terrestre, tan afectado por nuestra inconsciencia colectiva.
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