________________________________________________________________________________________________________________
Existen muchas técnicas que permiten producir cantidades apreciables de electricidad con un mínimo impacto ambiental. La fotovoltáica parece la mejor de todas: las fotoceldas no tienen partes móviles, son muy duraderas y su operación casi no produce problemas ambientales (cuando menos en apariencia).
En la realidad, las fotoceldas son caras, poco eficientes y algo delicadas. Además no son fáciles de reciclar. Para rematar, solo generan cantidades útiles de electricidad en días soleados y no existe forma práctica de guardar la electricidad producida durante el día para hacer funcionar a un sistema grande (como una ciudad) por la noche.
La mayoría de estos problemas (excepto el del almacenamiento de una cantidad importante de electricidad) se pueden resolver o cuando menso reducir en forma tangible con la ayuda de un mineral común.
Las fotoceldas de perovskita son eficientes, baratas y fáciles de reciclar. Parecen perfectas, pero en la práctica presentan problemas aparentemente insuperables.
Un trabajo reciente publicado en una revista de prestigio revela un nuevo tipo de fotoceldas de perovskita que son mucho más eficientes que las actuales, son mucho más duraderas y al mismo tiempo siguen siendo fáciles y baratas para contruir y reciclar.
La receta es símple: hay que agregar un compouesto químico que existe en casi todas las cocinas del mundo…
________________________________________________________________________________________________________________