El desarrollo de técnicas que permiten extraer y estudiar muestras diminutas de ADN provenientes de resíduos antiguos ha revolucionado a muchas de las disciplinas de la ciencia.
Una de las que más se ha enriquecido con ellas es la arqueología; gracias al estudio del ADN residual encontrado en viejas tumbas, ha sido posible recuperar información que se creía perdida para siempre.
Un buen ejemplo de esto es el trabajo recientemente presentado por investigadores del Instituto Max Planck para el Estudio de la Historia Humana.
El equipo trabajó con momias egipcias; en ese país es posible encontrar una gran cantidad de restos humanos bien preservados y bien documentados; resulta relativamente fácil establecer su edad exacta.
Al comparar el ADN de 151 momias a lo largo de un intervalo de más de 1,300 años y provenientes del mismo sitio (Abusir el-Meleq) con el de poblaciones de áfrica subsahariana y otros continentes, los investigadores encontraron que la antigua población egipcia tenía un genoma muy similar al de la zona sur de Europa y de Turquía; las momias más jóvenes muestran una proporción creciente de marcadores genéticos provenientes de poblaciones subsaharianas (probablemente como consecuencia del intercambio comercial y el comercio de esclavos entre los egipcios y las culturas del centro de África a través del Nilo).
La momia más antigua examinada es del año 1,400 A.C. y la más reciente del 400 E.C. (de la “Era Común”, el nuevo término que reemplaza al “después de Cristo”). Es decir, este análisis involucra al final del período del egipto dinástico antiguo, a la época de los faraones griegos, a la conquista romana y al período posterior, cuando el imperio romano dejó de tener influencia notable en la región. Esto hace aún más interesante a este trabajo, pues permite establecer cuanto itnercambio genético ocurrió entre los habitantes de ese lugar y los invasores de dos imperios diferentes. Para que estos intercambios dejen una huella genética apreciable, debieron ser frecuentes y comunes (como los que ocurren cuando una fuerza de ocupación fraterniza con la población ocupada o cuando los comerciantes se establecen permanentemente en nuevas regiones).
Este trabajo revela como el estudio de la genética puede revelar intercambios sociales a gran escala entre población diferentes y esto puede ayudar a reconstruir redes sociales antiguas, de las que frecuentemente solo quedan registros muy escasos y fragmentarios.
Como sucede frecuentemente en el mundo de la ciencia, el desarrollo de una técnica altamente especializada en una disciplina como la biología molecular, puede tener consecuencias inesperadas en otras con las que aparentemente casi no existe relación, como la arqueología.
Liga a la fuente original en inglés, incluye imágenes y mapas: Comunicación original del Instituto Max Planck para el Estudio de la Historia Humana.
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