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Desde que Michael Chrichton publicó “Parque Jurásico”, la paleontología ha realizado grandes avances en el estudio de la estructura molecular de organismos extintos.
A diferencia de lo que mucha gente podría pensar, es posible encontrar moléculas completas originales en algunos fósiles de dinosaurio. Desde hace más de dos décadas, algunos paleontólogos han logrado extraer estructuras orgánicas originales de huesos de estos animales (por ejemplo, los restos de vasos sanguíneos) y han estudiado su estructura molecular completa.
Un estudio reciente revela un aspecto inesperado de estas sustancias; el análisis de una proteína común encontrada en huesos de dinosaurio (y que existe en prácticamente todos los seres vivos en la actualidad) permite entender mejor el proceso de evolución molecular que ha conformado a todos los seres vivos del planeta.
Ese conocimiento pronto podría tener consecuencias inesperadas en muchos rincones de las ciencias de la vida, incluso en la medicina genómica moderna. Es probable que las nuevas terapias contra el cáncer, el alzheimer y otros males pueda apoyarse en estos estudios.
¿Quién se atreve a decir que el estudio de los huesos de dinosaurio no tiene aplicaciones prácticas?
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